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La casa o el departamento es hoy el bien material más valioso que una persona puede tener. Pero es mucho más que eso: el escritor español Antonio Gala dice que “Una casa es un lugar donde uno es esperado» y, sin dudas, el hogar es el ámbito donde nacen y se concretan sueños, y donde se celebran las cosas verdaderamente importantes de la vida. Por todo ello, elegir un departamento debe ser algo estudiado y hecho con datos concretos y fuentes confiables.

Si bien hay un gran caudal emocional en la elección de una propiedad, el factor racional es el que luego más va a influir en el uso diario que se haga de ella, para ayudar en esta decisión, se sugieren algunos puntos a considerar:

· La zona

Hay barrios que están de moda y otros que han dejado de estar en boca de todo, son “oleadas” que varían rápidamente: es mejor no sentirse atrapado por ellas.

La elección de la zona debería hacerse en base a la cercanía con el lugar de trabajo o de estudio, de ciertos familiares muy queridos, la propia historia de uno y el deseo de cada uno.

· Los medios de acceso

Las avenidas y autopistas son un punto de trascendencia al elegir la ubicación del nuevo departamento. En particular, si quienes van a habitarlo utilizarán con frecuencia un auto particular.

· Los medios de transporte

Si quien va a comprar el departamento o algunos de los integrantes de su familia, va a recurrir a los transportes públicos para trasladarse de manera habitual, es conveniente que la unidad se encuentre cerca. En cambio, si va a emplear su propio vehículo, no tiene mucho sentido pagar por esa cercanía, además, estéticamente las zonas cercanas a estaciones de tren y avenidas muy transitadas suelen ser menos homogéneas que algunas situadas a cuatro o cinco cuadras de ellas.

No siempre la ubicación cercana a los medios asegura una reventa mejor que en una propiedad un poco alejada.

· La calidad

La calidad es difícil de describir, pero cuando la hay, se nota.

Percibir la calidad es algo que se aprende luego de visitar varios departamentos en venta. En general, se aprecia en las terminaciones. Y en pequeños detalles: por ejemplo, una cocina ligeramente sobresaliente de la línea que marca la mesada, implica una desprolijidad que podría repetirse en otros ambientes.

También sirve para constatar la calidad la marca de la grifería. Si hay una primera marca, es probable que el resto de los materiales también sean confiables.

· La orientación

En realidad, no existe la orientación perfecta.

La “buena” o “mala” orientación está dada por el criterio de cada familia y la forma en que utilizará la propiedad. Una primera pauta es asegurarse que los ambientes tengan buena luz durante, al menos, dos horas por día.

Los ambientes que dan al sur son más fríos en invierno y más frescos en verano. También son propensos a la humedad.

Los que se ubican hacia el norte son más calurosos en verano y más abrigados en invierno, además de contar con más horas de sol en todas las estaciones.

En los orientados al este, va a preponderar el sol por la mañana y son muy aptos para quien gusta ventilar los ambientes al inicio del día.

Y los que están mirando al oeste tienen abundante sol por la tarde, lo cual puede hacer muy agradable un living o una sala de estar en los atardeceres de invierno y, a la vez, requerirá de algún toldo o cortina blackout en verano.

Una buena combinación sería que la cocina esté al sur y los dormitorios y el living, al este, al norte o al oeste.

· Los ruidos

Existe el mito de que los departamentos situados sobre las avenidas son más ruidosos que los otros. Esto no es tan cierto: los más altos son más silenciosos y además existen recursos como el doble cristal que disminuyen ese efecto. Además, los departamentos del contrafrente a veces reciben muy pocos decibeles del exterior.

Sí es cierto que, en algunas ocasiones, la proximidad a colegios, clubes, estadios y plazas puede influir en el sonido que llega del exterior.

La mejor comprobación acerca de este aspecto es visitar la unidad un día laborable, para comprender el verdadero peso de este aspecto.

· El aprovechamiento del espacio

Los departamentos con una planta sencilla o plano simple, sin desperdicios de metros, a veces pueden parecer poco cálidos o minimalistas.

En realidad, cuando se los convierte en un hogar agregándoles muebles, cuadros, alfombras, son bien aprovechables.

En cambio, las unidades que tienen cosas inusuales causan un gran impacto primero, pero no resultan prácticas al habitarlas.

Se dice que si una unidad “es difícil de entender” se debe a que posee demasiados recovecos.

· La luz

Un arquitecto argentino solía afirmar que nada hay más lujoso, en una propiedad, que el espacio y la luz. La iluminación natural de un departamento es un factor clave, ella influye en muchos aspectos, como, entre otros, el estado de ánimo de sus habitantes.

Los departamentos nuevos suelen hacer un buen aprovechamiento de la luz, tanto por la orientación como por las dimensiones de las ventanas.

También la altura del departamento incide en el caudal de luz: a mayor altura, mayor es el valor de la unidad.

Otro aspecto destacable es que las ventanas grandes han dejado de ser un factor de huida de la calefacción: hoy, el doble vidriado impide esa fuga.

· El estilo arquitectónico

Una nueva corriente historicista está haciendo que, en el presente, se vean edificios nuevos construidos como las unidades afrancesadas de las décadas del 20, 30 y 40.

Al mismo tiempo, éstas conviven con el estilo racionalista que impera desde los 50.

Justamente, lo racionalista resulta más práctico y, por lo mismo, muchas veces más económico en su mantenimiento.