Cuando escuchamos la palabra Navidad, lo primero que viene a la mente son regalos, fiesta, diversión y vacaciones. Además de que es la fecha en la que te reúnes con la familia para compartir una deliciosa cena.

Después llega el momento más anhelado, el de destapar los regalos que están junto al árbol de Navidad, se reparten dulces, tarjetas, abrazos y buenos deseos.

Aunque podría parecer que ese es el verdadero significado de la Navidad, esta época también representa el nacimiento del niño Jesús. Hay muchas tradiciones que giran en torno a esta época de posadas, piñatas, villancicos, pastorelas y comida típicas.

La celebración de las fiestas navideñas ha evolucionado a través del tiempo, a medida que llegó la modernización y la fusión entre las culturas indígena y europea que data de hace más de 400 años.

El siglo XVI es el más importante en la historia de las tradiciones navideñas indo-hispanicas. Los frailes del cristianismo trajeron sus fiestas navideñas a América en las mismas embarcaciones en que llegó Hernán Cortes en 1519.

Armados con sus oraciones, villancicos y un ardiente celo proselitista los religiosos lograron reemplazar los antiguos ídolos de piedra con nacimientos e imágenes de santos, reestructurando las creencias de los pueblos conquistados.

Para promover la aceptación de la religión católica traída de Europa, los españoles toleraron algunos elementos de las religiones indígenas o los adaptaron como parte de las nuevas ceremonias.

Los ritos religiosos que se celebraban el 24 de diciembre en honor de Huitzilopochtli, una manifestación Azteca del Sol, por ejemplo, fueron sustituidos por las misas de la Navidad. Mientras que el cumpleaños del dios del Sol se convertía en el cumpleaños del hijo de Dios.

Historia de las posadas

Las posadas son una representación de la penuria que pasaron José y María para encontrar albergue en su viaje a Belén para cumplir con el censo de acuerdo con las escrituras.

Esta costumbre mexicana se introdujo por el año 1554. Su origen parece hallarse en el convento de San Agustín de Acolman en Tenochtitlán, donde los monjes agustinos aprovechaban la coincidencia de las fechas cristianas y las de los ritos de los aztecas.

Se dice que los antiguos mexicanos celebraban en la época invernal el advenimiento de Huitzilopochtli, dios de la guerra, y se efectuaba en el mes llamado Panquetzaliztli, correspondiente en el candelario juliano al lapso que va del 7 al 26 de diciembre, temporada que coincidía con la práctica europea de celebrar la Navidad.

Para los indígenas fue fácil aceptar las posadas, a pesar del significado religioso que cargaban pues ellos también peregrinaban como festejo del nacimiento de Huitzilopochtli.

La historia cuenta que Fray Diego de Soria recibió permiso del papa en Roma para celebrar nueve misas de aguinaldo, la palabra aguinaldo significa «regalo». Las misas debían celebrarse al aire libre del 16 al 24 de diciembre de cada año, junto con la dramatización de la Navidad.

Las posadas son celebraciones que comienzan el 16 de diciembre y culminan el 24 del mismo mes. Son nueve días de fiesta, cantos, piñatas y ponche. Para algunas culturas los nueve días significan los nueve meses que dura la gestación antes de dar a luz.

Con los años este «espectáculo» religioso se trasladó de la iglesia a los hogares. Hoy las familias se organizan para pedir posada, cantan villancicos, reparten dulces y rompen piñatas.

Los anfitriones representan a los hosteleros y al pueblo en general. Afuera están «los peregrinos» que piden posada con un canto. Hacen esto en tres diferentes casas pero solamente en la tercera les dejan entrar. Al terminar los versos se abre la puerta y entran al lugar, aquí es donde comienza la diversión.

Historia del nacimiento

Es difícil precisar su génesis con exactitud. Algunas fuentes aseguran que la primera presentación del pesebre se remonta a los principios de la era cristiana, por el año 345, en un sepulcro de Letrán. En el siglo VII se menciona un antiguo Belén, en Santa María la Mayor de Roma, donde al parecer existía un pequeño oratorio con estructura semejante a la cueva de pesebre.

Sin embargo, la costumbre popular de representar nacimientos fue iniciativa de San Francisco de Asís, quien entre el 1200 y 1226 dio un impulso definitivo a esta manera de celebrar la Navidad. Previo permiso del papa Honorio III, dispuso un altar frente a una cueva y un pesebre.

Los pastores de la vecindad acudieron allí la noche de Navidad y el gran reconocimiento que gozó ocasionó que la orden adoptara la práctica. Gracias a las artes, representaciones teatrales y la difusión de los franciscanos, el «Belén» se introdujo en España en el siglo XIV.

La ciudad de Nápoles se situó a la cabeza del movimiento. Regida por el monarca español Carlos III, Rey de las dos Sicilias, quien en 1743 construyó la fábrica de porcelana de Capodimonte.

En México fue implantada por los frailes que acompañaban a los conquistadores, quienes hicieron de ella un arma inapreciable para la catequización. Y de esa suerte, con sutiles adaptaciones a la idiosincrasia indígena, los misioneros introdujeron los nacimientos, a guisa de obras teatrales.

Fray Pedro de Gante, en su escuela en Texcoco, adiestró a los indígenas en la elaboración de figuras de los nacimientos para estas procesiones. Durante dos siglos la tradición estuvo prácticamente reservada pero a mediados del siglo XIX reaparecieron con gran fuerza popular.

Historia de la piñata

Algunos historiadores opinan que la idea de la piñata fue traída por Marco Polo en el siglo XII pero los aztecas ya tenían otra versión del «juego»: el nacimiento de Huitzilopochtli que se celebraba durante el mes de diciembre. Los aztecas preparaban banquetes y los consumían al aire libre, alrededor de cientos de hogueras que se mantenían encendidas en la víspera del nacimiento del dios.

Las ceremonias incluían el juego de golpear con un palo un recipiente cubierto de plumas hasta romperlo para que los pequeños tesoros que contenían cayeran a los pies del ídolo.

El juego de la piñata entre los aztecas representaba la lucha eterna entre el bien, representado por el niño con los ojos vendados, y el mal representado por la piñata, que siempre acaba por ser destruido pero que reaparece al año siguiente.

Las piñatas tradicionales en forma de estrella llevan siete picos, cada pico representa los siete pecados capitales de la religión católica:

  1. Soberbia
  2. Lujuria
  3. Gula
  4. Ira
  5. Avaricia
  6. Pereza
  7. Envidia

Aunque también se cree que la piñata representa tres virtudes:

  1. Fe: el hecho de tener los ojos vendados es el símbolo de la fe
  2. Esperanza: es el ánimo de los presentes
  3. Caridad: se simboliza como fruto de la fe y esperanza al romperla

La piñata representa el pecado y golpearla con un palo significa la fuerza de dios para luchar contra este. La persona que la golpea tiene los ojos vendados, lo cual significa que en el mundo vamos a ciegas contra esos pecados. Al momento que se rompe la piñata, caen dulces y frutas que están dentro de ella, simbolizando los premios y bendiciones que dios nos da al vencer el pecado.

La cena de Navidad

En casi todos los hogares de México se comparte la cena de Navidad, que es el 24 de diciembre (Nochebuena), aunque lo realmente importante no son los platillos, sino el hecho de convivir con la familia y los amigos. Entre los platillos típicos para esta ocasión esta el pavo relleno, bacalao, romeritos, caldo de camarón, pierna de cerdo, lomo adobado, ensalada de manzana, pasta, pozole, tamales e infinidad de postres. En algunos pueblos se acostumbra arrullar al niño Jesús antes de pasar a la mesa y después se da el abrazo de Navidad.

La flor de Nochebuena

Esta flor es muy navideña y mexicana, los aztecas la llamaban cuetlaxochitl que en náhuatl significa «flor de pétalos resistentes como el cuero». Era un símbolo muy importante, tanto en la vida cotidiana como en la  religiosa. No se utilizaba para representar la hermosura física, sino la belleza en su expresión. Durante la época colonial, esta planta llego a asociarse con los nacimientos, debido a que se pone más vistosa durante los días cortos del mes de diciembre.

Por su hermoso colorido y porque principalmente florece en invierno se le conoce como: «la flor de Nochebuena». Esta dura más si antes de ponerla en agua se sumerge en cera derretida la punta del tallo cortado para impedir que se salga la savia. También tiene usos medicinales, por ejemplo, para controlar y disminuir algunas enfermedades de la piel. Los pétalos macerados y mezclados con «oxtle» y otras sustancias servían para teñir cuero y algunos textiles.

El Día de Reyes

Es la celebración en la cual los niños reciben juguetes el seis de enero ya que fueron los Reyes Magos quienes llevaron los regalos al niño Jesús. Los más pequeños ponen sus zapatos cerca de la ventana para que ahí depositen sus obsequios. Este día se celebra con una merienda que consiste de chocolate caliente y la popular rosca.

La Rosca de Reyes

Esta tradición vino de España a México en los primeros años del virreinato. La merienda de los Santos Reyes se hizo tradicional con su rosca, la cual se acompañaba con el sabrosísimo chocolate originario de estas tierras.

La rosca es un bizcocho muy fino elaborado cuidadosa y delicadamente. Aunque el nombre indica que debería ser redonda, en realidad tiene forma oval, esto se debió a que al aumentar los invitados, se tuvo que agrandar en tamaño.

No es fácil precisar cuándo se inició la costumbre de esconder en la masa un Niño Dios de porcelana, pero por algunas crónicas se sabe que la usanza de colocar una confitura o un haba era muy antigua. Quien encontraba el haba o el confite estaba obligado espiritualmente a presentar el Niño Dios del nacimiento de la casa en la iglesia cercana el dos de febrero, Día de la Candelaria, el día de la luz o de la purificación que se suee celebrar con tamales.